MUSICALIDAD EN LA DANZA

La musicalidad es un concepto que está ligado a la naturaleza misma del baile además de una habilidad corpórea difícilmente verbalizadle.

Consideramos la musicalidad no solo como un elemento de la danza, sino también un instrumento de resistencia, parte del vocabulario y los hábitos de los bailarines, que incluye la posibilidad de cambio y variación.

Casi todas las manifestaciones de la danza tienen relación alguna con la música, pero en algunos casos la musicalidad en danza, no necesita música.

Ser “musical” es estar a disposición de la música, de forma en la que llegues a ser un(a) intérprete más, por ello, se dice que la musicalidad depende de la escucha y la fisicalidad, no todo es verbalizadle y estas tres cualidades están íntimamente vinculadas al cuerpo, y se dan cuando la expresión corporal se articula con la música, de tal manera que parecen inseparables, convirtiéndose así en un elemento del vocabulario dancístico.

La musicalidad traducida al cuerpo es una fuente de placer tanto a la vista como al oído para quién está mirando, y una fuente de placer físico y mental cuando somos protagonistas de la danza.


Para quien observa, la musicalidad implica una conexión entre lo que ve y lo que escucha, como si las piezas encajaran, lo cual, provoca una sensación de bienestar. Para quién baila, es ser parte de la música, esta es la que te guía, la que te lleva, te empuja… Y durante ese periodo de tiempo, la música y tu, sois un solo elemento.


Cuando un bailarín sigue el ritmo de manera previsible no está interpretando la música, sino, únicamente la está mostrando, pero uno de los mayores errores, es obsesionarse con ser “musical”, cada cual tiene una visión de lo que es la musicalidad, cada persona interpreta la música a su manera.

De hecho, la relación con la música puede ser la más obvia, a través del ritmo, pero también puede seguir la melodía, algún instrumento, y, desde ahí ir cambiando de referencia durante la escucha de un mismo tema.

QUE HAYA MUCHAS COSAS SONANDO NO QUIERE DECIR QUE TENGA QUE BAILARLAS TODAS.


Con el tiempo puedes empezar a percibir otros tiempos, otros planos e incluso considerar la suspensión del movimiento.


Cuando una persona coreografía para un grupo, esta, da al bailarín/bailarina la base de confianza para poder estar a la par del grupo y desarrollar un sentido de musicalidad, que se califica de relación comunicativa, lo cual es de gran ayuda para las personas que están empezando, o que tienen más dificultad a la hora de desarrollar tanto una coreografía como su propia musicalidad. Pero, también debemos ser conscientes de que cuando bailamos una coreografía de otra persona, en realidad, estamos bailando e interpretando

la musicalidad de esta persona, no la nuestra. Por ello la mejor forma de interpretar la música, y entrenar la musicalidad es improvisar sobre esta, escucharla con atención y dejarse llevar para entenderla, disfrutarla, y convertirte en parte de ella.


Un ejemplo son las danzas urbanas, por lo general tienen muy claro el concepto de musicalidad, gracias a la herencia cultural que cada una de estas lleva detrás.


La danza como actividad social, tiene un contexto socio-histórico determinado, cada movimiento de danza va más allá de la experiencia singular de cada bailarín(a), desarrollar la capacidad para establecer la duración de un movimiento, de un paso, de una frase, ir más allá de llevar la cuenta o el compás. Lo que ayuda a la comunicación y también con la comprensión del movimiento es la historia que está detrás, la intención del movimiento.


El desarrollo del sentido del tiempo, como la capacidad de modificar la dimensión temporal dentro de una sola canción, nos permite llegar a imaginar movimientos nuevos y originales, en el momento de improvisación, además de en el trabajo coreográfico.


Diferentes formas de aprender/desarrollar la musicalidad:

  • Intelectualmente: (estudiando)

  • Intuitivamente: Escuchando la música, los sonidos, haciendo ejercicios para diferenciar los distintos planos en las canciones/instrumentales...)

  • Prácticamente: Tocándola, (ya sea con un instrumento, o desarrollando algún ritmo utilizando tus manos, tus pies…) Bailando, (bailar sobre una melodía, un instrumental, una canción, ir modificando el movimiento corporal utilizando los diferentes elementos, los diferentes planos, instrumentos, voces…)